La ciudad de Matanzas, capital de la occidental provincia cubana de igual nombre, pone a disposición de los visitantes –nacionales y extranjeros- una amplia gama de atractivos que incluyen incluso valores de carácter patrimonial.

Fundada en 1693 con el nombre inicial de San Severino y San Carlos, también es conocida como la Atenas de Cuba y llamado antaño la Venecia de América -por sus ríos, puentes y canales-, con una dinámica actividad comercial y cultural para la época.

En ese entorno destacan en especial instituciones como el Teatro Sauto, obra del italiano Daniel Dall'Aglio y fundado en 1863, con 156 años de existencia a su favor.

Para los expertos, constituye uno de los teatros más relevantes de la isla y declarado Monumento Nacional desde 1978 con grado de Protección Uno, por lo cual se encuentran muy bien conservadas todas sus estructuras y diseños originales.

En su historia fue nombrado de diversas formas, como Teatro Esteban, en homenaje al gobernador del territorio, Pedro Esteban Arraz, o Colón, por el descubridor de América, y luego Martí, en honor al Apóstol.

También fue conocido como La Vigía, pero finalmente recibió el nombre de Sauto, en homenaje al doctor en Farmacia Ambrosio de la Concepción Sauto y Noda, uno de los benefactores más destacados de Matanzas.

Desde el punto de vista técnico, tiene una capacidad de 775 personas, en tanto la sala principal está rodeada por tres palcos y una glorieta que se convierte en pista de baile.

Destaca la presencia de estatuas de diosas griegas en el vestíbulo, y en el techo de la sala principal se aprecian imágenes de ocho musas del Olimpo.

Con una acústica perfecta este hermoso teatro se asemeja a la Scala de Milán, en tanto su telón original es de madera con la imagen del puente de La Concordia.

Como elemento especial, en sus espacios se presentaron figuras tan importantes como Alicia Alonso y su ballet, la rusa Anna Pavlova, el tenor Enrico Caruso, la actriz Sara Bernhandt, el músico cubano Ernesto Lecuona y la actriz y cantante Libertad Lamarque.

También se mencionan el español Antonio Gades, el guitarrista Leo Brouwer, el pianista y cantante Bola de Nieves.

La primera puesta en escena del Teatro Sauto transcurrió el 6 de abril de 1863, cuando se presentaron dos obras del poeta José Jacinto Milanés: Ado y divisa, y A buen hambre no hay pan duro.

Asimismo, se encuentra a un 93 por ciento de su originalidad, convirtiéndose en el mejor conservado de todos los teatros cubanos construidos en el siglo XIX.

Los especialistas destacan su excelente acústica, la cual se atribuye, entre otros factores, al hecho de que parte del escenario se edifico sobre un pantano a orillas del Rio San Juan.

Además, todos los elementos del interior del teatro, menos las butacas y algunas columnas, son de madera, lo cual favorece la acústica, para reafirmar que se trata de uno de los teatros con la mayor resonancia del mundo.